Cuando los Ustachas impusieron el grito de independencia del nuevo Estado Croata separándose del Reino Yugoslavia en 1941 y dando espacio a la invasión nazi, el joven Amiel Galavenchiz nacido en Zagreb pocos años después de terminada la primera Grande Guerra, se vio de pronto atropellado por los hechos.
Sus padres fueron enviados a un campo de exterminio lejano de sus país, y el necesitó huir con sus hermanos menores hacia Liubliana con intención de alcanzar el territorio italiano que en ese entonces era sometido por Mussolini.
Arrestado a medio camino por las fuerzas nazis, fue separado de sus hermanos y obligado a trabajar temporariamente como esclavo hasta ser deportado para el bestial campo de exterminio de Jasenovac, donde tuvo que pasar por inhumanas y degradantes experiencias hasta lograr escapar en medio de una frustrada rebelión.
El objetivo que lo mantuvo vivo durante su alucinada fuga, era entregarse a las Fuerzas Aliadas del Occidente y relatar los horrores y los crueles asesinatos que había presenciado mientras realizaba labores forzadas en el campo para salvar su piel. Al huir del infierno al que fuera condenado simplemente por pertenecer a una minoría racial, alcanzó Trieste luego de recorrer durante tres meses las montañas de Croacia, donde sobornó campesinos en troca de alimento y escondite mientras recuperaba sus fuerzas hasta finalmente cruzarse con la joven viuda Albina y su hija Benita con quienes llegó a salvo a Trieste.
Quienes allí lo interrogaron, poco y nada sabían de lo ocurrido en Croacia durante la guerra y mucho menos lo que sucedió luego después del Día de la Victoria, cuando la zona viviera un nuevo enfrentamiento con el ejército de Tito para defender la región que los partisanos pretendían anexionar.
En la presente novela, Amiel registró su historia mientras estaba recluido en el campo de refugiados de la Silo antes de conquistar su libertad definitiva y enfrentar su nuevo desafío en la nueva patria que lo acogería luego del “Éxudus”.
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