Nacida en Barking y criada en Sant Llorenç Savall, la vida de Melijoe se caracterizó por la libertad y la alegría. Disfrutaba de la bicicleta, los patines, el senderismo y las infinitas partidas de Scrabble con su madre, viviendo sin límites y con un espíritu vibrante. Sin embargo, a los 17 años, su mundo dio un giro drástico al iniciar una relación abusiva, controladora y opresiva. Esta experiencia la transformó por completo, llevándola a un aislamiento donde se le prohibió el contacto con su familia y se vio limitada en su libertad, pasando casi una década bajo un control asfixiante.
Durante los dos primeros años de esta relación, Melijoe asumió el rol de madrastra de un niño de apenas un año. A los 21, se convirtió en madre, y diez meses después de su nacimiento, se embarcó en un viaje a República Dominicana bajo la falsa promesa de una mejora laboral, emocional y sentimental. Lo que antes era superficial y casi imperceptible, se tornó crudo, violento y drástico.
A los 25 años, Melijoe dio a luz a su "estrella", un embarazo sin revisiones, lleno de dolor y que la privó de lo más básico: estar con su hijo "J". Su hija "M" llegó en un parto caótico y solitario. Pero fue con el primer y último llanto de "M" que la venda cayó de sus ojos, revelando una avalancha de verdades. En ese instante, comprendió que lo que llamaba vida no lo era.
Tras meses de guardar secretos, Melijoe retomó el contacto con su madre después de años de silencio, organizando su regreso a casa con "J" y el recuerdo imborrable de "M". Llegó con mil heridas, ninguna de ellas física. Los siguientes años estuvieron marcados por terapias y el renacer, abrazando la leyenda del ave fénix como su mantra para volver a nacer.
El año 2015 marcó un punto de inflexión en su vida. A los 31, Melijoe conoció de cerca la ansiedad y los ataques de pánico sin previo aviso, así como la superación, el hambre y la carencia de lo más básico. Hoy, con su corazón y alma remendados con vendas y curitas, vive junto a su marido "P", quien es sinónimo de apoyo, comprensión, empatía y el espíritu de Peter Pan. Juntos, han creado una familia con "Y" y "J", manteniendo vivo el recuerdo de "M".
No son perfectos, ambos llevan heridas sanadas, pero son reales y honestos, guiados por la empatía y la conexión. Como polos opuestos que se atraen, su vida se ha convertido en la inspiración para Melijoe, quien ahora escribe historias que danzan en su mente. Llenas de verdad, sentimientos auténticos, experiencias vividas y escenas inolvidables, sus obras nacen de su propia existencia, escritas de forma autodidacta desde el escritorio de su hogar, con la vida como su única maestra.
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